Renacuajos -güillegüilles

Renacuajos
-güillegüilles-


Triste sino de pena capital;
decadencia del hastío.
A la deriva, sus salarios apisonados
degüellan las ajenas aguamieles.

Renacuajos

El pavo real es una sombra
que vigila al caminante
y no está solo en su híbrida vergüenza.
Son cientos, son miles de bandidos.

La Uno y la Dos, la Federal y la Privada:
¡alinearse!
CIA, KGB, SCOTLAND YARD, FBI:
¡engreírse!
Los milicos, la pesquisa, el Mossad y los buchones,
la SIDE, los burgueses catatónicos
juramentados
y el garfio de los criminales
que aspiran a ser libres como hombres.

La legión de los que venden su alma al diablo
no tiene límites.
Se acostumbran tan pronto al rango del soplón,
que hasta las prostitutas
son más honrosas
que sus trajes de grises y obscenas cucarachas.

Los espías mienten, bifurcan,
abochornan y confunden.
¿Ignoran que trabajan para pocos?
(Son doce los Caballeros de la Mesa Redonda
que adiestran las leyes de la Muerte)

Hay una zona oculta y prohibida
de la que no conviene hablar.
Mas, no hablar no es callarse
sino todo lo contrario
que es lo mismo que decirlo bien alto
señalando a los enanos
del grifo apolillado
por la delación sin escrúpulos,
con sus perros teléfonos móviles,
sus fotocopias,
sus ratones y teclados asiduos
de jeroglíficos marciales.

Por el lado que busquemos,
hallarás el fraude,
la ignominia,
la denuncia falaz,
el desencanto de sus cobardías enmascaradas.

¡Qué impaciencia
por verlos reptar en el fracaso!

Se presiente la liturgia del instante,
en el que otro guardia,
otro espía más hambriento y feroz,
o simplemente más joven,
les dará en el culo la patada,
por miedo al avispero.

©Lucía Folino

Un café en la tertulia de Lucía Folino

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