Espiando por el ojo de la cerradura

Espiando por el ojo de la cerradura

Mujer inclinada, Pierre Bonard

Te imagino desnuda entre las gentes,
oliendo a glicerina y a rocío.
El espejo del baño se ilumina
al gesto de la esponja;
y los jabones
te soban
y perfilan la pereza
de súcubo furtivo y milenario
que atisba la pigricia de un encuentro,
comercio de las carnes portentosas,
ansiada vehemencia del estuario.
Inclinada estás con piel y providencia;
lastima al desencanto tu reflejo
supersticioso
y, escondidamente,
esquivas los negrores de este mundo
desafiando la calma
sin recato.
La luz se precipita y cae la noche,
sin enmiendas ni métodos ajenos,
con maña de varona acostumbrada,
los vaporosos pechos acicalas,
las piernas suaves, los cabellos brunos,
la tersura se acopla a tus plegarias,
te tanteas,
te entregas,
te acaricias...
Mañana es otro día de rutinas
no temas, el amor está que bulle.
La belleza es motivo de indulgencia.
Prepárate al placer que se hace tarde.

















Errata: Se acopla en lugar de "se entrega".

©Lucía Folino

Un café en la tertulia de Lucía Folino

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