Oda a la lavadora automática
Oh, diosa del Olimpo de la Casa.
Noble chicharra.
Gladiadora incombustible.
La Brigada de Mujeres Impacientes
te saluda
y da las gracias,
con voz trémula y vergüenza
por tu Linterna mágica.
No sea cosa,
que el lírico poeta
emblemático y brillante
diga ominosa
esta oda de amor y reverencia.
Centinela en metal,
libertaria de zíngaras
en la siesta.
Si es lícito compararte
al fiel cordero,
al marido amante,
te comparo
y que engulla el mezquino piletón
sus miserias,
su eco de pavor.
La libre expresión de las paganas,
femínidos grumetes manifiestos,
sea el Numen
que el servicio que prestas
nos regala
a la grotesca inercia de gaviotas,
de avatares cotidianos
y oropeles.
Te redimo y corono,
humilde bienhechora,
dispuesta a acompañarnos
en el tramo bizarro de las vidas,
que cóncavas en tu tambor
se exhalan.
Oh, diosa del Olimpo de la Casa.
Noble chicharra.
Gladiadora incombustible.
La Brigada de Mujeres Impacientes
te saluda
y da las gracias,
con voz trémula y vergüenza
por tu Linterna mágica.
No sea cosa,
que el lírico poeta
emblemático y brillante
diga ominosa
esta oda de amor y reverencia.
Centinela en metal,
libertaria de zíngaras
en la siesta.
Si es lícito compararte
al fiel cordero,
al marido amante,
te comparo
y que engulla el mezquino piletón
sus miserias,
su eco de pavor.
La libre expresión de las paganas,
femínidos grumetes manifiestos,
sea el Numen
que el servicio que prestas
nos regala
a la grotesca inercia de gaviotas,
de avatares cotidianos
y oropeles.
Te redimo y corono,
humilde bienhechora,
dispuesta a acompañarnos
en el tramo bizarro de las vidas,
que cóncavas en tu tambor
se exhalan.