La humilde condición de los humildes
Ser humilde no es callar
lo que uno vale o cree que vale.
Ser humilde es saber que no pertenecemos a la elite
que decide quien ha de valer
más que nosotros,
hasta que el mismo ser se convenza
de su impotente idoneidad creadora.
Abomino de las derechas monárquicas
y de dictaduras tiránicas
con ficción de campeones de la democracia.
Todos seremos El oro de los Tigres;
la rebelión de los humildes de Latinoamérica
está a la vuelta de la esquina.
Escupiremos las bocas
de los violadores de sirenas
que relegan nuestros laureles
a la cocina doméstica,
entre pollos muertos
sobre asaderas de metal
y espejitos que encienden sus antorchas
en cada baño del subdesarrollo.
Ahora tenemos nombre y apellido,
edad y domicilio, huellas digitales,
exigimos nuestra parte en el botín.
No somos inmigrantes de este mundo.
Era hora de que algo nos pasase
a los desclasados de la historia oficial
de tanta decadente hipocresía.
Ser humilde no es callar
lo que uno vale o cree que vale.
Ser humilde es saber que no pertenecemos a la elite
que decide quien ha de valer
más que nosotros,
hasta que el mismo ser se convenza
de su impotente idoneidad creadora.
Abomino de las derechas monárquicas
y de dictaduras tiránicas
con ficción de campeones de la democracia.
Todos seremos El oro de los Tigres;
la rebelión de los humildes de Latinoamérica
está a la vuelta de la esquina.
Escupiremos las bocas
de los violadores de sirenas
que relegan nuestros laureles
a la cocina doméstica,
entre pollos muertos
sobre asaderas de metal
y espejitos que encienden sus antorchas
en cada baño del subdesarrollo.
Ahora tenemos nombre y apellido,
edad y domicilio, huellas digitales,
exigimos nuestra parte en el botín.
No somos inmigrantes de este mundo.
Era hora de que algo nos pasase
a los desclasados de la historia oficial
de tanta decadente hipocresía.