Enhoramala
Enhoramala.
Lucien Freud me ha asesinado.
Ha vuelto a hacerlo,
una vez más,
ha vuelto a hacerlo.
Su martillo ha esculpido mis caídas,
llevándome a la cama moribunda.
Mi amado
petrificó en sus brazos homicidas
el cautiverio de alas perturbadas
en sueños e indignísimos naufragios
de garzas y esqueletos.
Lucien,
tu apellido ya no puede salvarme.
Te apiades, ay de mí,
que yo soy esa.
Traspuse el paraíso
hasta su fondo,
en el espacio inmóvil
de su costado anverso
y fui perdida.
¿Dónde está lo sagrado
del instante fugaz,
fea forma de
la huidiza palabra de la muerte,
bebida en vino áspero
y lentas sedas obstinadas?
Acaso esté detrás
del biombo negro, quizás,
sea el murmullo del incesto.
Desnudo en la cama.
Lucien Freud
Enhoramala.
Lucien Freud me ha asesinado.
Ha vuelto a hacerlo,
una vez más,
ha vuelto a hacerlo.
Su martillo ha esculpido mis caídas,
llevándome a la cama moribunda.
Mi amado
petrificó en sus brazos homicidas
el cautiverio de alas perturbadas
en sueños e indignísimos naufragios
de garzas y esqueletos.
Lucien,
tu apellido ya no puede salvarme.
Te apiades, ay de mí,
que yo soy esa.
Traspuse el paraíso
hasta su fondo,
en el espacio inmóvil
de su costado anverso
y fui perdida.
¿Dónde está lo sagrado
del instante fugaz,
fea forma de
la huidiza palabra de la muerte,
bebida en vino áspero
y lentas sedas obstinadas?
Acaso esté detrás
del biombo negro, quizás,
sea el murmullo del incesto.